Juan Carlos Rodríguez y sus llamadas a mi teléfono fijo

Hace poco Juan Carlos me llamó para decirme que pronto tendríamos que comentar la sexta temporada de Juego de tronos y que era culpa mía el hecho de que hasta ahora no hubiera publicado el Góngora. Lo normal. Juan Carlos solía llamar a nuestra casa a menudo, aunque me parece que excepto nosotros tres nadie lo sabía. Sin embargo, lo hacía con tal frecuencia que hace años decidimos comprar un teléfono fijo de los caros, en el que pudimos configurar un tono de llamada específico para él, para saber en todo momento si era él quién nos llamaba. De hecho, para ser sinceros, desde hace tiempo manteníamos una tarifa con el fijo incluido sólo por él (para todo lo demás servía el móvil). Hace poco más de un año de repente dejó de llamar y me hizo pasar por unas semanas larguísimas y angustiosas, hasta que por fin me enteré de que, entre otras cosas, había perdido la voz, dándome de paso uno de los sustos más grandes de mi vida. Después de eso le prometí que a partir de ese momento le llamaríamos nosotros todos los días, y así lo hicimos durante varios meses. Ahora sé que nunca debimos abandonar esa costumbre. La última vez que hablamos te despediste con una frase que significó mucho para mí y que nunca olvidaré. Por mi parte, ojalá pudiera contarte que ayer, al llegar a casa, como todos los días miré si había una llamada perdida tuya, y que hoy estoy aquí mirando el teléfono fijo de mi casa y no consigo comprender cuál se supone que es ahora la función y el sentido de ese aparato.

(Fuente: Paula Dvorakova en facebook.com/paula.dvorakova, 26/10/16)

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